Dear Brothers and Sisters,
The last two weeks I wrote about almsgiving and fasting in my pastor's notes. Now, I want to write about the final pillar of Lent, the pillar or prayer, most particularly—repentance and sacramental confession.
Some Catholics and nearly all Protestants report that they confess their sins straight to God. Certainly, I try to confess my sins nightly to God as part of my night prayers before bedtime. But refusing sacramental confession rejects a practice that has occurred since ancient times and was given to us by Jesus himself. St. Augustine dealt with this belief way back in the in the fifth century. He wrote: Let no one say I repent before God. God knows it and pardons me." What? Was it then said in vain to the priests, "Whatever you loose on earth shall be loosed in heaven?"
St. Augustine is reminding us that after the resurrection, Jesus gave his apostles the authority to "bind and loose" or to forgive sins. This means that the priest must hear the sins and make a decision about a person's contrition, give a brief moment of counsel, a penance and absolve the sinner.
As it is said, "No one is a good judge in his own case." When we are very sick, we go to a doctor so he or she can diagnose the illness and help us to heal. Concerning our sinfulness, either we easily excuse our sins or we overreact. Both can be destructive to the soul. A third party, in our case a priest, brings perspective and comfort. I can't tell you how many times a person is unnecessarily caring the burden of guilt. Confession, when understood correctly, brings us peace and healing.
The Church makes a distinction about which sins need to be confessed. "Venial" or lesser sins can and should be directly confessed to God. An Act of Contrition or the simple practice of renewing one's baptismal promises when we dip our fingers in holy water and make the sign of the cross before Mass is an anecdote for venial sins.
However, as the Catechism teaches us, serious (Mortals sins which include grave matter) must be sacramentally forgiven. "Individual and integral confession of grave sins followed by absolution remains the only ordinary means of reconciliation with God and with the Church" (# 1497). Sin bruises and scars us. We need healing from it. In fact, many who don't incorporate an examination of conscience, an act of contrition and confession lose the sense of sin and their need for a Savior. St. Dorotheus said, "It does not matter how many virtues a man may have, even if they are beyond number and limit. If he has turned from the path of selfaccusation, he will never find peace."
Finally, there is a wonderfully cathartic aspect to confession. There is great comfort in knowing we are truly forgiven, not just subjectively, but objectively. Mental health professions have marveled at the power of this sacrament to me. They often tell Catholics, "You don't need me. You need a priest!"
Of course, this sacrament isn't primarily about our mental health, but there is a psychological element. Sins and the oftenstrong emotions that stem from them need to be expressed in some healthy way. If we keep them in we may develop unnecessary stress, anger and bitterness. Get rid of it and be healed by Our Merciful Lord!
God Bless,
Fr. Don Kline
Queridos Hermanos y Hermanas:
Las últimas dos semanas escribí acerca de la caridad y el ayuno en mis notas. Ahora, quiero escribirles acerca del último pilar de la cuaresma, ese pilar es la oración, particularmente el arrepentimiento y la confesión sacramental.
Algunos católicos y casi todos los protestantes dicen que confiesan sus pecados directamente a Dios. Ciertamente, Yo trato de confesar mis pecados cada noche a Dios como parte de mis oraciones de noche antes de dormir. Pero rechazar el sacramento de las confesiones es rechazar las prácticas que ha------- ocurrido desde los tiempos antiguos y que fue impuesta por Jesús mismo.
San Agustín lidio con esta creencia hace mucho, en el quinto siglo. El Escribió: No permitamos que ninguno diga "Me arrepentí delante de Dios. Dios lo sabe y me perdonó". ¿Que?Entonces era en vano confesarse con los Sacerdotes,"Lo que perdemos en la tierra lo perdemos en el Cielo ¿Cierto? San Agustín nos recuerda que después de la resurrección, Jesús dio a los apóstoles la autoridad de "unir y desatar" o de perdonar los pecados. Esto quiere decir que los sacerdotes deben de oír los pecados y tomar la decisión a acerca del acto de constricción, dando un breve momento de Consuelo, una penitencia para absolver a los pecadores.
Como decía, "Ninguno es buen juez en su propio caso". Cuando estamos muy enfermos, vamos al doctor a que él o ella nos diagnostiquen la enfermedad y nos ayude a sanar. Con respecto a nuestra pecaminosidad, cualquiera de nosotros fácilmente nos disculpamos de nuestros pecados o sobre reaccionamos. Ambos casos pueden ser destructivos para el alma. Un tercero, en nuestro caso el Sacerdote, provee una perspectiva y confort. No puedo decirles cuantas veces una persona carga innecesariamente el peso de la culpa. Confesión, cuando es entendido correctamente, trae paz y sanación.
La iglesia hace una distinción acerca de cuáles son los pecados que deben de ser confesados. Los pecados Veniales o pecados menores y pueden ser confesados directamente a Dios. Un Acto de Constricción o simplemente la práctica de renovar nuestra promesa bautismal cuando humedecemos nuestros dedos con agua bendita y hacemos la señal de la cruz antes de entrar a Misa es un antídoto para los pecados Veniales.
Sin embargo, como nos enseña nuestro Catecismo, Pecados Serios (Pecados Mortales que incluyen asuntos graves) deben de ser perdonados de forma sacramental. "Confesión Individual e integral de pecados graves seguidos de la absolución siguen siendo el único significado de la reconciliación con Dios y con la Iglesia" (#1497)
Los Pecados Marcan y dejan cicatrices en nosotros. Necesitamos Sanar de ellos. De hecho, muchos que no se integran a una examinación de conciencia y al acto de constricción y confesión pierden el sentido del pecado y la necesidad de un Salvador. San Doroteo decía "No importa cuántas virtudes un hombre tenga, incluso si estas van más allá de lo normal. Si a tornado al camino de la auto acusación, nunca encontrara la paz".
Finalmente, hay un aspecto catártico fantástico en la confesión. Hay un gran confort en saber que realmente somos perdonados, no solo subjetivamente, si no más objetivamente. Profesionales de salud mental se han maravillado del poder de este sacramento. Ellos muchas veces le dicen a los Católicos, " Usted no me necesita, necesita un Sacerdote!"
Claro, este sacramento no es principalmente acerca de la salud mental, pero existe un elemento psicológico. Pecados y frecuentemente fuertes emociones, que surgen de ellos, tienen que ser expresados de una manera saludable. Si los mantenemos para nosotros, generan estrés, enojo y amargura innecesaria. Desháganse de sus pecados y permítanse ser sanados por la misericordia del Señor!
Dios
los
Bendiga,
Fr. Don Kline