Happy Sunday!
This Thursday we celebrate the Feast of St. Martin of Tours. I’d like to share with you the beautiful reading from the Office of Readings for his feast day.
Martin knew long in advance the time of his death and he told his brethren that it was near. Meanwhile, he found himself obliged to make a visitation of the parish of Candes. The clergy of that church were quarreling, and he wished to reconcile them. Although he knew that his days on earth were few, he did not refuse to undertake the journey for such a purpose, for he believed that he would bring his virtuous life to a good end if by his efforts peace was restored in the church.
He spent some time in Candes, or rather in its church, where he stayed. Peace was restored, and he was planning to return to his monastery when suddenly he began to lose his strength. He summoned his brethren and told them he was dying. All who heard this were overcome with grief. In their sorrow they cried to him with one voice: "Father, why are you deserting us? Who will care for us when you are gone? Savage wolves will attack your flock, and who will save us from their bite when our shepherd is struck down? We know you long to be with Christ, but your reward is certain and will not be any less for being delayed. You will do better to show pity for us, rather than forsake us."
Thereupon he broke into tears, for he was a man in whom the compassion of our Lord was continually revealed. Turning to our Lord, he made this reply to their pleading: "Lord, if your people still need me, I am ready for the task; your will be done."
Here was a man words cannot describe. Death could not defeat him nor toil dismay him. He was quite without a preference of his own; he neither feared to die nor refused to live. With eyes and hands always raised to heaven he never withdrew his unconquered spirit from prayer. It happened that some priests who had gathered at his bedside suggested that he should give his poor body some relief by lying on his other side. He answered: "Allow me, brothers, to look toward heaven rather than at the earth, so that my spirit may set on the right course when the time comes for me to go on my journey to the Lord." As he spoke these words, he saw the devil standing near. "Why do you stand there, you bloodthirsty brute?" he cried. "Murderer, you will not have me for your prey. Abraham is welcoming me into his embrace."
With these words, he gave up his spirit to heaven. Filled with joy, Martin was welcomed by Abraham. Thus he left this life a poor and lowly man and entered heaven rich in God's favour.
Have a great week and know of my prayers!
In Christ,
Fr. Connealy
¡Feliz domingo!
Este jueves celebramos la Fiesta de San Martín de Tours. Me gustaría compartir con ustedes la hermosa lectura de la Oficina de Lecturas para su fiesta.
Martín conoció con mucha antelación su muerte y anunció a sus hermanos la proximidad de la disolución de su cuerpo. Entretanto, por una determinada circunstancia, tuvo que visitar la diócesis de Candes. Existía en aquella Iglesia una desavenencia entre los clérigos, y, deseando él poner paz entre ellos, aunque sabía que se acercaba su fin, no dudó en ponerse en camino, movido por este deseo, pensando que si lograba pacificar la Iglesia sería éste un buen colofón a su vida.
Permaneció por un tiempo en aquella población o comunidad, donde había establecido su morada. Una vez restablecida la paz entre los clérigos, cuando ya pensaba regresar a su monasterio, de repente empezaron a faltarle las fuerzas; llamó entonces a los hermanos y les indicó que se acercaba el momento de su muerte. Ellos, todos a una, empezaron a entristecerse y a decirle entre lágrimas: "¿Por qué nos dejas, padre? ¿A quién nos encomiendas en nuestra desolación? Invadirán tu grey lobos rapaces; ¿quién nos defenderá de sus mordeduras, si nos falta el pastor? Sabemos que deseas estar con Cristo, pero una dilación no hará que se pierda ni disminuya tu premio; compadécete más bien de nosotros, a quienes dejas."
Entonces él, conmovido por este llanto, lleno como estaba siempre de entrañas de misericordia en el Señor se cuenta que lloró también; y, vuelto al Señor, dijo tan sólo estas palabras en respuesta al llanto de sus hermanos: "Señor, si aún soy necesario a tu pueblo, no rehúyo el trabajo; hágase tu voluntad."
¡Oh varón digno de toda alabanza, nunca derrotado por las fatigas ni vencido por la tumba, igualmente dispuesto a lo uno y a lo otro, que no tembló ante la muerte ni rechazó la vida! Con los ojos y las manos continuamente levantados al cielo, no cejaba en la oración; y como los presbíteros, que por entonces habían acudido a él, le rogasen que aliviara un poco su cuerpo cambiando de posición, les dijo: "Dejad, hermanos, dejad que mire al cielo y no a la tierra, y que mi espíritu, a punto ya de emprender su camino, se dirija al Señor." Dicho esto, vio al demonio cerca de él, y le dijo: “¿Por qué estás aquí, bestia feroz? Nada hallarás en mí, malvado; el seno de Abrahán está a punto de acogerme."
Con estas palabras entregó su espíritu al cielo. Martín, lleno de alegría, fue recibido en el seno de Abrahán; Martín, pobre y humilde, entró en el cielo, cargado de riquezas.
¡Que tenga una gran semana y conozca mis oraciones!
En Cristo,
P. Connealy