Into the Breach

10-18-2015Pastor's LetterFr. Don Kline

Dear Brothers and Sisters,

I would like to share excerpts of Bishop Olmsted’s Apostolic Exhortation to Catholic Men called “Into the Breach”. As he begins the letter, he challenges men with “a clarion call and clear charge...” He continues, “Men, do not hesitate to engage in the battle that is raging around you, the battle that is wounding our children and families, the battle that is distorting the dignity of both women and men.”

Bishop Olmsted asks the question: What does it mean to be a Catholic Man? He begins his answer this way:

“Every man, particularly today, must come to a mature acceptance and understanding of what it means to be a man. This may seem obvious, but in our world, there are many distorted images and much evidence of confusion regarding what is true masculinity. We can say that for the first time in history, people have become either so confused or so arrogant as to attempt to dictate their masculinity or femininity according to their own definitions.

At one striking moment of Jesus’ trial, Pontius Pilate, with all his worldly power, presented Jesus to the crowd with the words, Ecce homo – Latin meaning “Here is the man!” Thinking he was merely pointing to a man from Nazareth, he failed to recognize that he was pointing to God made man – the Word made flesh, Jesus of Nazareth – who at once is fully God and fully man, and the perfection of masculinity. Every moment of his life on earth is a revelation of the mystery of what it means to be man – that is, to be fully human and also, the model of masculinity. Nowhere else can we find the fullness of masculinity as we do in the Son of God. Only in Jesus Christ can we find the highest display of masculine virtue and strength that we need in our personal lives and in society itself. What was visible in Christ’s earthly life leads to the invisible mystery of his divine Sonship and redemptive mission. The Father sent his Son to reveal what it means to be a man, and the fullness of this revelation becomes evident on the Cross. He tells us that it was for this reason that He came into the world, that it is his earnest desire to give himself totally to us. Herein lies the fullness of masculinity; each Catholic man must be prepared to give himself completely, to charge into the breach, to engage in spiritual combat, to defend women, children, and others against the wickedness and snares of the devil!

Looking to what the secular world holds up as “manly” is in fact to look at shadows – or even at outright counterfeits – of masculinity. No athlete, no matter how many awards; no political leader, no matter the power he wields; no performer, business man, or celebrity, no matter how much adored; no physical attribute or muscle mass; no intelligence or talent; no prizes or achievements can bestow masculinity on a man. The idolatry of celebrities at this time is a particular temptation, but to build one’s masculine identity on such fleeting models is to build an identity on sand. My Catholic sons and brothers, we can only build a certain foundation for masculinity on the rock, Jesus Christ. We look to our Savior to be transformed in Him, to be the men we are called to be, and to let others see Him in us.

Yet we do not merely look to Jesus. We truly encounter Christ at Mass when we receive the very gift of Himself in the Eucharist. For this reason, I call upon my brother priests to awaken the sense of transcendence in the hearts of men through reverent and beautiful liturgy, helping men to rediscover Jesus in the Eucharist each and every Sunday. I ask my brother priests to teach the faithful about the powerful truth of the liturgy, especially in ways to which men can relate. Teaching men to understand the fullness and power of the Mass must be a top priority. What a joy it is for men of God when they are led by priests who have a confident sense of their own masculinity, their call to participate in Christ’s spousal love, and their generous, life-giving fatherhood!”

Bishop Olmsted’s letter is beautiful and challenging for all. Please go to www.intothebreach.net to see the rest of his letter.

God Bless,
Fr. Don Kline
Pastor

Queridos Hermanos y Hermanas:

Quiero compartir con ustedes las Exhortación Apostólica del Hombre Católico, escritas por el Obispo Olmsted, estas notas las Titulo “La Brecha”. Como el describe en su carta, el reta al hombre con “una clara llamada y cargo: El continua, “Quien se Dice Hombre no duda en comprometerse en la batalla que se está llevando cabo alrededor de él, la batalla que está hiriendo a nuestros niños y familia, la batalla que está distorsionando la dignidad de ambos, hombre y mujer.”

El Obispo Olmested hace la siguiente pregunta: ¿Que significa ser un Hombre Católico? El comienza su carta con la siguiente respuesta. Cada hombre, y en particular hoy, debe llegar a una aceptación madura y entendimiento de lo que significa ser un hombre. Esto pareciera obvio, pero en nuestro mundo hay muchas imágenes distorsionadas y evidencia de confusión sobre lo que es la masculinidad verdadera. Podemos decir con certeza que por primera vez en la historia, la gente está tan confundida o es tan arrogante que ahora intenta determinar su propia masculinidad o feminidad.

En un momento llamativo del juicio de Jesús, Pilato, con todo su poder mundano, presento a Jesús ante la gente con las palabras “¡He aquí el hombre!” (Ecce homo en Latín). Pensaba que solo presentaba a un hombre de Nazaret, sin saber reconocer que presentaba a Dios hecho hombre, el Verbo encarnado, Jesús de Nazaret quien es completa- mente Dios y completamente hombre, la perfección de la masculinidad. Cada momento de Su vida en la tierra es una revelación del misterio de lo que significa ser hombre – ó sea, ser completamente humano, y a la vez el modelo de la masculinidad. “Lo que había de visible en su vida terrena conduce al misterio invisible de su filiación divina y de su misión redentora”. (Catecismo 515) El Padre envió a Su Hijo para revelarnos lo que es ser un hombre; y la totalidad de esa revelación nace de la Cruz. Nos dijo que fue por esa razón que El vino al mundo y que ese era su más grande deseo – para entregarse asimismo por completo.[9] Aquí yace la masculinidad en su totalidad; cada hombre católico debe estar preparado para mantenerse firme sobre la brecha, entrar en combate espiritual, defender a la mujer, a los niños y demás contra la adversidad y asechanzas del demonio. Buscar lo que el mundo nos presenta como masculino es ver las sombras, o incluso fraude, de lo que es masculino. Ninguna atleta, no importa cuántos trofeos, ningún líder político, no importa cuánto poder tenga temporalmente, ningún artista, hombre de negocios o celebridad, aunque sea adorado por muchos, ningún atributo físico, masa muscu- lar, inteligencia o talento, premios o logros pueden otorgarle masculinidad a un hombre. La idolatría de las celebridades es una tentación muy particular de nuestros tiempos – pero el construir nuestra identidad masculina en esos modelos fugaces es construir sobre la arena. Mis hermanos católicos, solo podemos construir una fundación sólida para nuestra masculinidad sobre la roca, Jesucristo. Vemos a Jesucristo como la expresión de la masculinidad, para ser transformados en Él, para ser los hombres que somos llamados a ser, y para dejar que otros lo vean a Él en nosotros.

Pero no solo buscamos a Jesús; verdaderamente lo encontramos en la Misa. Recibimos el regalo del mismo Jesús en la Eucaristía. Por esa razón, aquí llamo a mis hermanos sacerdotes a despertar este sentido transcendental en los corazones de los hombres por medio de la reverencia y la belleza de la liturgia; y así ayudar a los hombres a descubrir a Jesús en la Eucaristía cada domingo. Ensénenles a los fieles sobre la poderosa verdad de la liturgia, de ma- nera que los hombres puedan relacionarse y entenderla. Ayudar a los hombres, tal vez por primera vez, a entender la totalidad del poder de la Misa debe ser su más alta prioridad. ¡Qué alegría es para los hombres cuando son liderados por un sacerdote con sentido seguro de su masculinidad, su llamado a participar del amor de Cristo como esposo, y su paternidad generosa y vivificante!

La carta del Obispo Olmsted es hermosa y retadora para todos nosotros, por favor accedan a la página para ver el resto de la carta.

Dios Los Bendiga,
Fr. Don Kline
Pastor

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